domingo, 4 de febrero de 2018

La lechuza como símbolo de la filosofía: CAYETANO ACUÑA - WACHSAM.

La lechuza como símbolo de la filosofía




Percy C. Acuña Vigil



La moneda de un euro está formada por dos metales, que aproximan su color al de la plata y el oro, y Grecia decidió que, dos milenios después, el símbolo de Atenas, la lechuza de Atenea presente en aquellos tetradracmas clásicos, volviera a circular entre las manos y los bolsillos tanto de griegos como de bárbaros. 

Nueva vida para la numinosa Lechuza, para la Luna reina de la noche, para la ramita de Olivo con su fruto... pero no para el nombre del antiguo Estado emisor: ΑΘΕ –apócope del nombre de la ciudad: ATHE–, ahora cubierto por el valor y el nombre de la nueva moneda europea, el único escrito con alfabeto griego, pues los otros once Estados europeos siguen utilizando por ahora el alfabeto latino.



La lechuza, estrictamente llamada “Athene noctua” es un ave rapaz de la familia de los “Strigidae” o estríngidos. El nombre de la especie viene del verbo latino “stringere” que significa “agarrar, oprimir, comprimir, coger, atrapar” en razón, de que la forma de ataque de estas aves, es “atrapando y comprimiendo fuertemente con sus garras”. Es factible que el verbo “estreñir y restringir” tengan la misma raíz, al menos la significación de los fonemas [s], [t], [r] dan la idea de un “algo firme [st] que agosta y comprime [tr]. 

Piensa en la semántica de “tristeza” en que los sonidos [tr] dicen de algo que se quiebra; tal que bien puede entenderse que la tristeza, y esta hermosa ave, al capturar, oprimen, y al oprimir, quiebran…Camina  sobre hojas o ramas secas ¿no es acaso el sonido del quebrantamiento el que escuchas?…

Esta lechuza, cuyo nombre “Athene noctua” – la ateniense nocturna – es símbolo de la sabiduría – simpliciter – y de la filosofía – individualiter – por tres razones:



 PRIMERA RAZON.


Era el ave que simbolizaba, y acompañaba a Palas Athenea, Diosa de la Sabiduría, que es descripta, ya en la Odisea como aquella que tiene “ojos de lechuza” u ojos brillantes, ya que el adjetivo griego “brillante” – glaukós – tiene la misma raíz que el sustantivo glaux, que significa “lechuza”.

Por ende el brillo de los ojos o del rostro de Athenea, o Minerva en la mitología romana, implica perspicacia, luminosidad, patencia del ser, penetración, lumbre difusiva. 
De allí que Athenea, en la misma Odisea, sea llamada también “optiletis”, es decir de vista aguda. En ese sentido la relación entre la lechuza – en tanto símbolo – y Athenea, en tanto divinidad, conforman – casi – una sinécdoque, es decir, una comprensión simultánea entre el símbolo y lo simbolizado.

De allí que la lumbre del Inteligencia Divina de Athenea, partenogénita de Zeús, símbolo a su vez de la unidad de naturaleza y del no concurso de temporalidad, al punto que ella es engendrada, no creada, se simboliza con la mirada perspicua de la lechuza que puede ver en el seno de la noche. 

SEGUNDA RAZÓN:
 la lechuza sale a cazar en el abismo nocturno, es decir en la ausencia de luz solar. De este modo es símbolo de la sabiduría y de la filosofía, que en el seno de la opacidad del mundo de los hechos y de los entes opacos, atraviesa el noctámbulo cielo de las cosas a fin de “cazar al ser metafisico”, es decir, a fin de captar la luminosidad de lo inteligible. En la simbología cristiana-católica la lechuza es perfeccionada por el águila, que siendo la única ave capaz de mirar de cara al sol, se convierte en símbolo de la teología, tal que la noche de los entes es recorrida por el vuelo de la filosofía que sana las almas y las inteligencias – aún en la noctambulidad entitativa – al proferir el ser inteligible escondido en los entes; recuerda aquí a Heidegger…”El ser gusta estar en el ocultamiento” o aquel famoso fragmento de Heráclito “la naturaleza gusta ocultarse”…

A su vez, en la simbología litúrgica de los Obispos, patentizada en los antiguos Pontificales, se pedía que el prelado ingresara a la Catedral haciendo ruido con el báculo – el cayado – (sonitu gravi con sonido grave, afirmaba el Pontifical Romano), pues en la tarde de los tiempos, caído el hombre en el pecado original, tal como las ovejas al anochecer, no pueden ver, es decir, pierden la visión de la Divina Esencia, tal como las ovejas pierden la visión de las esencias, requieren el sonido de la Palabra Eterna del Padre, es decir la Manifestación del Verbo o Segunda Persona de la Trinidad que torne audible lo hecho inaudible por el pecado. 

El pastor, en el símbolo, golpea su cayado en las piedras a fin de que las ovejas escuchen su presencia, y conformen junto a él un solo aprisco, así el Obispo, con el sonido del báculo que simboliza la potestad sacra y magisterial del Obispo (por ello tiene su cátedra, de allí catedral) anuncia a los hombres postlapsados o caídos la presencia redentora del Verbo de cuya verdad el Obispo es defensor, garante y maestro. Fíjate que la naturaleza de los símbolos míticos se asocian a la “visión”, los cristianos a la “audición”, de allí que el Dios cristiano sea dicho como causa ejemplar de toda proporción, fundamento de la audición celeste y armónica, y por ello el Geómetra Celeste.

TERCERA RAZÓN:
La lechuza tiene el poder de girar su cuello – casi – en rotación total, por ende su mirada es panóptica…Símbolo perfecto de la filosofía que todo lo ve, y que aún desde la noche de los entes, contempla el destello del Ser; por ello, en el proemio el poema de Parménides (siglo V a.C), el filósofo es llamado “aner eidota fota“, el “varón de mirada luminosa”…Pero esta tercera razón permite vislumbrar otro símbolo, a saber: si la filosofía – como la lechuza – todo lo ven en un solo acto, implica, por una parte el punto de la evidencia, es decir, la inmediatez de la visión del Ser, y por otro, que al verlo todo, quita la posibilidad de la nada, es decir de lo ininteligible, de lo que no puede ser visto ni oído, el no-ser absoluto, que en cuanto tal, es lo impensable, pues como decía el gran Parménides, 

el SER ES – el NO-SER NO ES…

por el Prof. José María Boetto

https://isfdnsfatima.wordpress.com/sobre-el-realismo-y-el-idealismo/la-lechuza-y-la-filosofia/

La lechuza, símbolo de Minerva




La lechuza, símbolo de Minerva, diosa de la sabiduría, no comienza su tarea, su vuelo escrutador, más que cuando comienza a caer la noche. En este enigmático y lírico aforismo ha cifrado Hegel uno de los sentidos fundamentales de la filosofía, representada no por Minerva misma, que es sabiduría, sino por algo que pertenece a Minerva, que depende de Minerva, que tiene que ver con Minerva, pero no es la propia Minerva. Es algo, si se quiere, más sutil y etéreo incluso que Minerva: su lechuza, animal alado, animal del aire, de grandes ojos siempre abiertos, capaz de ver los más finos detalles en la noche, donde para el resto reina la oscuridad.

Pero más esencial y decisivo que su poder analítico, la capacidad de atención, de concentración y fijeza característicos de la lechuza, aunque también de otras rapaces diurnas y de la propia Minerva, es el hecho verdaderamente diferenciador de que su tarea se inicie con el crepúsculo vespertino, cuando comienza a anochecer, transcurrido el día, cuando las tareas están ya hechas: pues es esencial a la Filosofía su carácter ulterior, de postrimerías, que comienza a laborar cuando los demás han acabado con sus tares: donde acaba el científico comienza el filósofos de la ciencia, donde concluye el artista empieza a reflexionar el filósofo del arte, donde se detiene el físico, comienza a especular el metafísico.

Donde hay un límite- la noche- , la Filosofía lo rompe, trasgrede, traspasa con ojos acostumbrados a ver en la oscuridad. Donde acaban los seres y, con ellos, todo objeto de estudio posible, el filósofo tematiza la nada. Se trata de la razón humana- la lechuza que sale de la cabeza de Minerva-, que nunca reposa buscando principios últimos, condicionantes absolutamente incondicionados, causas incausadas.

Justo cuando una parte de la razón duerme, alza el vuelo esa sombra suya que nunca descansa. La Filosofía queda convertida con ello en una actividad de segundo grado, en una reflexión de segundo orden, en una metarreflexión, pero con afán y vocación sustantivos, propios de un soberbio “querer ir siempre más allá”.

En este sentido, aparece la Filosofía como algo secundario en la medida en que viene después, que presupone y necesita las demás ciencias. Sin embargo, éste sería un modo superficial de ver las cosas: la Filosofía viene después, pero para dar basamento, rematar, apuntalar lo que se ha hecho antes- de día-. 

Así, en el terreno de la moral, del comportamiento libre de los seres humanos en relación a los conceptos de “bueno” y “malo”, la reflexión filosófica, la Ética, busca establecer puntos de referencia comunes por debajo de la diversidad, es decir, definir lo que son el bien y la justicia- y sus opuestos.

https://www.acfilosofia.org/materialesmn/filosofia-y-ciudadania/el-saber-filosofico/586-la-lechuza

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